Autorretratos

No hay ojos, ni miradas, ni nariz, ni labios, no hay gesto, ni oreja, ni cejas, ni pestañas, en la creación solo estamos atentos a los tonos y las formas.

Cada rincón de nuestro rostro tiene un nombre y queremos olvidarlo, olvidarnos de nosotros ante nosotros mismos, contemplar sin esfuerzo, verlo todo. ¿Será posible abandonar el ego mirándonos a la cara? Decimos que sí, pues nuestra mirada está viviendo otra realidad: la realidad de la pintura.

En la mayoría de estas composiciones el autorretrato es un signo más en el conjunto plástico. Un pretexto que juega su papel armónico, junto a una jarra por ejemplo, o una venus, o un árbol, qué son otros signos, excusas que vienen del repertorio de nuestra propia historia y que nunca pensaremos en ellos como cosas sino como lo que son: abstracción, síntesis.

Federico Mèndez